Memoria de Coyoacán: Quien nunca se ha aburrido, no puede ser un contador de historias
Quien nunca se ha aburrido, no puede ser un contador de historias es una memoria de Coyoacán hecha a través de escritura fragmentaria, una exposición incompleta de textos que fomenta introspección y contemplación. Los fragmentos se sienten como la forma necesaria para contar historias cuando uno interactúa con lugares colonizados como éste. A veces lo que queda son sólo porciones. En este caso los fragmentos son pensamientos de historiadores, cronistas, personajes históricos y vecinos del barrio, así como ilustraciones y reflexiones de la autora.
Conscientemente o quizás inconscientemente, hemos llegado a devaluar la narración de historias y llegamos a depender más de la información fáctica, en lugar de la experiencia para encontrar nuestra “verdad”. Como sugiere Benjamin en El Narrador, utilizamos cada vez narrativas más extensas, como las ideologías, eliminando por completo el elemento humano. Contar historias es un arte. Es una actividad que estaba íntimamente relacionada con el aburrimiento. Construir historias requiere tiempo, trabajo, orden y aburrimiento.
Este libro es una invitación a pasear por las por las calles y la historia de Coyoacán para desaburrirnos.